Relección de Obama: triunfo de la demografía latina y derrota del neoliberalismo anglosajón

Con devastadores datos –la peor recesión desde 1929 (legada por Baby Bush); desempleo de 7.9 por ciento; el galón de gasolina a 3.50 dólares; el fiasco de Bengasi, y la tormenta Sandy– cuando una sola de estas calamidades hubiera sido suficiente para descarrilar a cualquier candidato, ha sido un aparentemilagro la relección de Obama, si no se consideran los datos estructurales: la irreversible cuan irresistible demografía latina que preocupó al racista mexicanófobo y cantautor de la supremacía blanco-protestante anglosajona (WASP, por sus siglas en inglés) Samuel Huntington en su libro¿Quiénes somos?, por encima de los datos coyunturales, desde luego, nada desdeñables y que por su emotividad suelen a veces decidir una elección.

Sin la conjunción de los aterradores datos coyunturales adversos, el triunfo de Obama en la lectura del colegio electoral (332 votos a favor con la absorción de Florida in extremis) hubiera sido todavía más espectacular la expresión de las tendencias demográficas que sentaron sus reales el 6 de noviembre, en cuya madrugada emergió un nuevo país que los estrategas del Partido Demócrata (PD) analizaron correctamente, al unísono de la asombrosa movilización de su muy organizada base de jóvenes voluntarios.

Los jóvenes de 18 a 29 años se volvieron a volcar como segmento por Obama, así como la mayoría de mujeres 55 por ciento (la mayoría solteras), 96 por ciento de negros (entendible), 71 por ciento de latinos (por estética semiótica me rehúso a usar el terminajo hispano, de la Oficina del Censo y sus repetidoras), y 56 por ciento de moderados (sic).

El voto WASP, cada vez más añejo, en favor de Mitt Romney disminuyó su aportación al Partido Republicano (PR), pese al ingrediente populista del Partido del Té (con la candidatura a la vicepresidencia de Paul Ryan): de 76 por ciento con Baby Bush pasó a 72 por ciento, que resultó insuficiente para detener la aplanadora de la ascendente demografía latina.

El triunfo apretado de Obama en Florida, escena de batallas épicas, comporta un valor simbólico para el PD y denota la preponderancia delefecto latino. Tal es la tendencia demográfica del nuevo Estados Unidos (EU): 72 por ciento WASP (a la baja) en favor del PR y 71 por ciento latino (al alza) por el PD.

El divide y vencerás (divide and rule) de la supremacía anglosajona no pudo impedir el resurgimiento de lagran coalición de negros y latinos que forman parte del núcleo duro de 47 por ciento de la población demantenidos (sic) que tanto despreció Romney, lo cual contribuyó en su derrota, y que se volcó en favor de Obama, pese a todas sus calamidades.

Los latinos, la fuerza emergente de la nueva cartografía electoral de EU, no le deben absolutamente nada a Obama, salvo sus letales drones transfronterizos, mayores deportaciones y vejaciones de la Border Patrol, el esquema desestabilizador de Rápido y furioso, y su indiferencia financiera y económica.

A mi juicio, los latinos son más proclives a la socialdemocracia de libre mercado y al neokeynesianismo mezclado de roosveltianismo que enarbola Obama, que a la egoísta teología individualista del neoliberalismo ultrasalvaje en la versión de Ayn Rand que postuló elticket Romney/Ryan (ver Bajo la Lupa, 29/8/12) que salió eyectado.

En los debates, México fue citado una sola vez (en forma tangencial por el nacimiento accidental del padre de Mitt en la comunidad mormona de Chihuahua) frente a 22 veces de Israel, lo cual exhibe tanto el anómalo poder del “lobby AIPAC” en la vida financiera de EU como la aberrante ausencia de un “lobby latino”, ya no se diga “lobby mexicano”.

El gran perdedor, después de Romney, es el premier israelí Netanyahu, a quien su rival, el ex premier Olmert, acusó de haberse entrometido flagrantemente en las elecciones de EU en favor del hoy derrotado (Haaretz, 8/11/12), lo cual tendrá costos pesados con un Obama más suelto.

Seguro que en los próximos debates presidenciales de EU tanto México como América Latina en su conjunto serán cada vez más citados en proporción a Israel.

Corine Lesnes, de Le Monde(9/11/12), incluso cuestiona la viabilidad del PR tras la derrota de Romney: presa de tendencias centrífugas y una guerra de facciones con riesgo de escisión (sic). A mi juicio, lo mejor que pudiera suceder a EU y al planeta es la extinción del PR (aliado del PAN en México).

Karl Rove, diabólico operador electoral de Baby Bush, ha sido puesto en la picota cuando el macho blanco heterosexual, emblemático de la ideología fascistoide de la Asociación Nacional del Rifle, ha envejecido y hoy ingiere fútilmente dosis masivas de Viagra y Prozac al mismo tiempo.

Clint Eastwood (nacido en 1930) resultó una pésima imitación de John Wayne (nacido en 1907) quien inspiraba más a las huestes de supremacistas blancos y cuya diferencia transgeneracional se plasma en el cronograma de la demografía latina. Eastwood nunca entendió –o, en su defecto, abominó– el ascenso irresistible de los mexicanos en California ni en ningún otro lugar. Es imperativo que el PR modere su doble ultrarradicalismo –el militar y el neoliberalismo financierista– y se mueva al centro del espectro político, es decir, demográfico, para no arriesgarse a su extinción ineluctable.

Sean Hannity, comentarista insufrible de Fox News, se pronunció en forma asombrosa por la regularización de los inmigrantes y su adopción, como atractiva carta de la refundación republicana: EU está cambiando y si el PR persiste enalienarse a las mujeres, los latinos y los homosexuales, corre el riesgo de extinguirse como los dinosaurios. Los dinosaurios desparecieron con un meteoro en Chicxhulub. Hoy el meteoro electoral en EU es la demografía latina.

El abogado de 36 años George Prescott Garnica (sic) Bush, hijo de Jeb (ex gobernador de Florida) y la guanajuatense Columba Garnica Gallo, ya entendió por dónde soplan los vientos latinos y acaba de presentar su candidatura para un puesto inespecífico en el gobierno de Texas (donde reside). Lo más relevante: es cofundador de Republicanos Hispanos de Texas (Ap, 9/11/12). Resulta interesante que se presente como latino un Bush de la cuarta generación dinástica para salvar el alma del PR de los avernos.

Desde ahora se perfilan las candidaturas presidenciales para 2016, donde abundan los latinos: del lado demócrata, Julián Castro, alcalde de San Antonio e hijo de una mexicana de la cultura del esfuerzo; del lado republicano, el senador cubano Marc Rubio y/o el ex gobernador Jeb (de esposa mexicana) y cuyo hijo ostenta la bandera latina desde Texas hasta Florida.

Tras su triunfo, Obama dialogó con 13 mandatarios del mundo para agradecer su amistad ycolaboración, entre ellos a tres del continente americano: Brasil, Colombia y Canadá. No habló al salientepresidente de México.

Paradójico y extraño cuando hoy más que nunca los mexicanos y los latinos se encuentran en el centro de la dinámica mutante del nuevo EUdonde quizá corresponda a Obama la triste tarea de administrar la decadencia.

Twitter: @AlfredoJalife

http://alfredojalife.com

Fuente: La Jornada

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