Resurrección del nacionalismo petrolero en América Latina, según el Pentágono

La Jornada; Bajo la Lupa 02.07.06

https://www.jornada.com.mx/2006/07/02/index.php?section=politica&article=016o1pol

Nadie practica como Estados Unidos el discurso unilateral, gracias a la omnipotencia de sus multimedia que dominan las mentes manipulables del planeta, lo cual le permite controlar la agenda global y ocultar su propia esquizofrénica política -neoproteccionista al interior y globalizador irredentista al exterior- que implementa su nuevo “patriotismo económico” al impedir, contra todas las leyes del “libre (sic) mercado”, la compra de la californiana petrolera UNOCAL por la empresa estatal China National Offshore Oil, que acabó en las garras de la depredadora trasnacional, también californiana, Chevron-Texaco.

También, con el pretexto del “patriotismo económico”, edulcorado del espantapájaros del terrorismo global, el Congreso estadunidense, en un alarde paranoide de seudoprotección nacionalista, bloqueó el trato entre el régimen bushiano y Dubai Ports World, de los Emiratos Arabes Unidos (que le han brindado todas las facilidades portuarias al ejército estadunidense en el estratégico golfo Pérsico) para manejar seis puertos en Estados Unidos (BBC; 22/02/06). 

El régimen bushiano practica al interior lo mismo que critica en los países que desean preservar sus recursos energéticos. El Pentágono publicó un reporte sobre el “peligro” (sic) del “nacionalismo petrolero” en Latinoamérica (Andy Webb-Vidal; The Financial Times; 25/06/06): “los futuros abastecimientos del crudo de América Latina (AL) se encuentran en peligro por la expansión del nacionalismo de los recursos, según un estudio del Comando Sur del Pentágono, que refleja las crecientes preocupaciones del gobierno de Estados Unidos sobre su seguridad energética”. 

El reportero Webb-Vidal agrega que el estudio militar “sigue a una reciente investigación del Congreso estadunidense que advirtió sobre la vulnerabilidad ese país frente a las repetidas amenazas del presidente Hugo Chávez de cortar el suministro de petróleo a Estados Unidos”. 

En la óptica neoliberal del Comando Sur, “la extensión del control estatal sobre la producción de energía en varios países disuade las inversiones esenciales para incrementar y sostener el abasto petrolero en el largo-plazo”. Repite toda la jerigonza neoliberal para justificar la privatización trasnacional y la desaparición estatal, con el fin de beneficiar exclusivamente a la parasitaria plutocracia oligopólica y oligárquica, un genuino modelo medieval que subsume la desregulación de la globalización financiera anglosajona: “el resurgimiento del control estatal en el sector energético aumentará probablemente (sic) las ineficiencias y, por encima del incremento de las ganancias en el corto plazo, obstruirá los esfuerzos para aumentar la producción y el abastecimiento en el largo plazo”. The Financial Times, fiel a su filiación librecambista, destaca el eterno complejo de superioridad y la infalibilidad del modelo neoliberal privatizador -un invento de la “mano invisible” anglosajona añeja de 230 años y propuesta por el escosés Adam Smith- frente a toda veleidad nacional, ya no se diga nacionalista. 

Webb-Vidal fustiga la duplicación de los “impuestos aplicados por Venezuela en las unidades petroleras de producción”, pero oculta que anteriormente las trasnacionales pagaban bicocas; agrega que “Bolivia nacionalizó su industria petrolera”, así como Ecuador, que “capturó varios campos petroleros de Occidental Petroleum”. 

Por cierto, la petrolera californiana muy polémica, Occidental Petroleum, que fue propiedad del controvertido Armand Hammer, se ha visto inmiscuida en una serie de escándalos globales: desde el accidente en el mar del Norte, que cobró la vida de 167 trabajadores, pasando por sus vínculos nada virtuosos con el ex vicepresidente Al Gore (The Nation; 22/05/00), hasta su buscada expropiación de la tierras pletóricas en oro negro de la tribu U’wa, en Colombia. 

El reporte repite la aburrida tesis enajenante (en el doble significado catastral y sicológico) y expoliadora de los neoliberales “mexicanos”, encabezados por el cuarteto apocalíptico de neopanistas -Téllez Kuenzler, Reyes Heroles González, y los medio hermanos Rozental Gutman y Castañeda Gutman-, quienes deseaban entregar el petróleo a seis dólares el barril (¡hoy vale 12 veces más!) y que nada casualmente apuntalan al fariseo Calderón, un peón de las trasnacionales: “la producción petrolera se ha estancado en México (…) debido a las restricciones constitucionales para la inversión extranjera”. 

La excepción de la “tendencia” que se ha impuesto en Latinoamérica es Trinidad y Tobago, “cuya política de apertura (sic) a las inversiones extranjeras la ha convertido en el principal abastecedor de gas natural licuado a Estados Unidos”. ¡Que gloria! 

Webb-Vidal cita a “analistas”, que no identifica (el viejo truco), quienes “advierten que el oleaje del nacionalismo de los recursos en Latinoamérica permite que capturen una mayor participación del auge de los precios de la energía, pero un mayor control afectará cuando los precios caigan”. Como siempre, el petate del muerto neoliberal: fuera de la globalización unilateral no existe vida posible en la biosfera. 

Sin un “cambio favorable (sic) en el clima de inversiones” concluye el reporte militar con fuerte carga afectiva neoliberal, “los prospectos para la producción de energía en el largo plazo en Venezuela, Ecuador y México, se encuentran en peligro (sic)”. ¡Bájenle muchachos!

Latinoamérica representa 8.4 por ciento de la producción mundial de petróleo al día, pero su abastecimiento constituye 30 por ciento de las importaciones de Estados Unidos, alrededor de 4 millones de barriles diarios: “México, Venezuela y Ecuador son los principales exportadores de petróleo y productos refinados de América Latina. Brasil, Argentina y Colombia también producen petróleo, aunque para su consumo doméstico”.

Como buen reportero del periódico vocero del neoliberalismo global, a Webb-Vidal le preocupan más las “vulnerabilidades de Estados Unidos” que las de Latinoamérica, y pone en relieve la autoría del Comando Sur del Pentágono, que “monitorea las relaciones militares con AL” (Nota: ¿Cuál es, entonces, la tarea del Comando Norte que ha fagocitado a México y el Caribe hasta el Canal de Panamá?), lo cual “subraya la energía se haya vuelto una de las facetas principales de la seguridad nacional de Estados Unidos”, en términos metamilitares. ¿Pero cuándo dejó de serlo? 

Estados Unidos y Gran Bretaña, mediante la desregulada globalización financiera feudal, al unísono de sus trasnacionales petroleras, estaban enajenando alegremente y sin resistencia alguna los recursos energéticos del resto del planeta. La “tendencia” se revirtió con la estatización histórica de Yukos en Rusia, despojada por la oligarquía ruso-israelí que servía más a los intereses anglosajones que a los domésticos (igual que los apátridas neoliberales “mexicanos”), lo cual se acentuó con la derrota estratégica de la dupla anglosajona en Irak. Hoy el régimen bushiano no tiene más remedio que militarizar abiertamente su vulnerabilidad energética frente a Latinoamérica, débil en armamentos pero fuerte en conceptos nacionales. En este sentido habría que entender la intromisión en asuntos “libre cambistas” neoliberales del Comando Sur del Pentágono.

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